Cierto
es que cada tiempo o momento histórico tiene sus peculiaridades artísticas y
culturales, al menos así se define en los libros de historia, del mismo modo
que cada una de ellas tiene sus lacras, pestes, epidemias y plagas aunque de
esto se habla menos y no queda tanta constancia.
Una
de esas plagas de nuestro tiempo son los “mosquitos electrónicos”, no es idea
mía. Lo he oído en algún sitio. Y no es necesario decir a qué me estoy
refiriendo. ¡Chacho!, ¡están en todos los sitios! ¡Zumban sin piedad a todas
las horas! Y no puedes ni dormir… Al menos, los de verdad..., los que pican… lo
hacen a la salida y a la caída del sol dándote una tregua el resto del día.
Que
quedamos la familia para comer… hay que agrandar la mesa porque, cada comensal necesita una media de
entre 6 y 9 cm más de espacio que el de antaño. A saber: a la derecha del plato
colocamos el tenedor de pescado, el de carne, la cuchara… y ¡¡¡EL MOVIL!!! Nada
más sentarnos, como un acto reflejo cultural y recientemente adquirido, cada
cual mete la mano en el bolso, bolsillo o similar y, delicada y primorosamente, busca el
espacio donde colocar su amado artilugio.
Allí, bien a la vista de todos… que se note. A ver quien lo tiene más grande…
Es un signo de distinción y diferenciación.
Nadie lo dice pero es así.
Pero
no. Yo no me dejé intimidar. ¡Se iban a pensar la caterva de hermanos, sobrinos,
cuñados y demás parentela y
comensales que, aquí, la menda, iba a
ser menos…! Y, ¡allá que me fui!...digo, a mi habitación, al primer cajón de la
mesilla que es dónde lo guardo. ¡Se pensarán que sólo sé manejar la batidora! Y
toda ufana y diligente saqué mi “XX”. Aquel fantástico primer móvil que le
regalaron a mi marido, que a su vez él regaló a nuestro hijo mayor y éste a su
vez, otra vez… a mí, porque el pequeño no lo quería obviamente: “Ese armatoste yo no lo quiero.
¿Os pensáis que soy tonto? Todos se reirían de mí.”
Verdaderamente,
teatralicé un poco el momento. Sí. La situación no era para menos. ¿Iba a ser
yo la única que no mostrara en público tan impúdicamente su cachivache? Esperé
al momento propicio. En cuando se produjo un pequeño silencio y parte de los
comensales volvieron sus caras hacia mí esperando… ¡no os engañéis!… para que
comenzara a servir la comida… y entonces… ¡zás! Dándole ampulosidad al gesto y
con un poco de estridencia al ponerlo sobre la mesa (casi lo rompo), coloqué mi
artefacto un poco más allá del plato: “Pa que se vea”.
¿Si
se quedaron boquiabiertos?... ¡qué va! Lo que se oyó fue una colectiva y
estridente carcajada al ver mí… “telefonino”, como lo llaman los italianos.
Ciertamente, el mío era el más pequeño de toda la familia. “Pero, ¿dónde vas
con esa cafetera?” dijo uno de mis sobrinos… y vuelta otra vez a la carcajada.
“ ¡Qué dices de cafetera si funciona de maravilla..!”.
Y
esto fue sólo el comienzo de la cena. Pasados los entremeses que, “matan ese
hambre que nos mata”, enseguida empezaron a verse miraditas libidinosas a los
“chismes” entre bocado y bocado, caricias disimuladas a las pantallas bajo las
servilletas, sonrisitas de medio lado ocultas, sin venir a cuento…. Sospechosas
vibraciones… de las copas de vino. Todo esto entre el primer y segundo plato
que son los que más guardan el decoro porque… pasando ya a los postres y el
café… se pierde la compostura: déjamelo ver, pasa el dedo así, a ver el tuyo…
Son
totalmente disruptivos y enervantes. Rompen el ritmo de cualquier conversación,
sea seria o jocosa, sin ningún tipo de remordimiento, dejándote con la palabra
en la punta de la lengua y la boca abierta. Estropean momentos idílicos:
“Espera que me están llamando… Luego te doy un beso…” y quien dice beso…
Lo
peor de todo es que, por más que busco en las estanterías del supermercado, no
consigo encontrar ningún repelente y continuamente voy dando manotadas al
bolsillo, al bolso… ,Y observo que a muchas otras personas también les pasa, …
que no terminan de DAR con él “¿dónde está?” y buscan y rebuscan… ¡zzz! ¡zzz! ¡zzz!
¡coño!, ¿dónde suena? ¡Ahí va la leche!, ¡pero si no es el mío…!
No hay comentarios:
Publicar un comentario