Una
preguntita inocente que sale de la boca que tantos besos te ha dado… ¿¡cómo
puede ser que consiga remover todos los cimientos de tu existencia!? ¿pues no
fue que de repente vi pasar ante mí todo aquello con lo que siempre había
soñado de niña e incluso de no tan niña y al mismo tiempo la descarnada
realidad en la que me había convertido?... ¡¡¡Niño por qué no te vas a jugar a
las canicas y dejas de… importunar con tus ridículas preguntitas!!!
Supongo
que, detrás de aquella pregunta, a su manera, Carlos había estado reflexionando
sobre su propio futuro. Importunado, y cansado a su vez por tanto adulto
curioso… la preguntita “¿y tú que vas a ser de mayor?” habría terminado por
calarle y hacer mella. La realidad puede llegar a ser abrumadora con la
cantidad de posibilidades, el deseo de probar y conocer de todo, y generar desorientación…
Él, quizás, buscaba tranquilizar el miedo y la inquietud que le generaba tanta
variedad, el no saber por dónde, el querer varias cosas… todo propio de la
edad. Pero a mí, aquella inocente preguntita, me generó todo un tsunami de
sentimientos.
Mis
sueños… la mujer que soñé ser un día nada tenían que ver con la que estaba en
aquella cocina planchando, en chanclas, con un chándal viejo y raído, sin
peinar… Me hubiera dejado caer en una silla y hubiera dado rienda suelta al
llanto si Carlos, pacientemente, no hubiera seguido allí, mirándome, en espera
de una respuesta. ¡Cómo explicarle…! Obviamente “ser ama de casa” nunca estuvo
entre mis opciones y mucho menos entre mis prioridades.
Hubiera
podido ser muchas cosas: soñé con bailar de tutú y durante una temporada
destrocé sin piedad la puntera de varios pares de zapatos hasta conseguir
mantenerme recta y en equilibrio; después decidí que sería flamenca y busqué
ritmos taconeando y atronando los oídos de toda la familia; la pubertad y el
deseo por el conocimiento del propio cuerpo y el ajeno me llevó a desear ser
médico pero eso, duró poco tiempo; después le siguieron la abogacía, la
pintura, la escultura, la enseñanza… ¡y tantas otra que fueron cayendo!
Hacer
memoria de lo que uno ha ido dejando por la vida y recordarlo como pérdida
puede llegar a ser muy doloroso. La
pregunta de Carlos me dejó por un momento al descubierto y, si él no hubiera
sido tan tenaz en la espera, posiblemente el impacto me hubiera arrastrado,
cuando menos, hacia… un mar de lágrimas. La estampa que mi mente forjó de aquel
instante era una buena tierra donde la desesperanza pudiera acampar.
Pero, allí estaba él, parado frente a mí, como
testigo de lo acertado de todas las decisiones tomadas, esperando una
respuesta…
No,
hijo. Nunca soñé con ser ama de casa. Tuve muchos sueños y unos sustituyeron a
otros. Siempre en búsqueda, decidiendo, aprendiendo, cogiendo y dejando… hasta
que te soñé a ti y después a tu hermano Miguel. Ahora, mi sueño sois vosotros y
seguiré aquí hasta que vosotros encontréis los vuestros.