viernes, 24 de marzo de 2017

Ama de casa y madre

Soy ama de casa y, aunque en ningún sitio nos preparan para este oficio y apenas se reconoce en nuestra sociedad, se requiere de unos mínimos conocimientos interdisciplinares para poder salir un poco airosa de cada situación: entiendo un poco de cocina y puedo prepara un cocido sin grandes esfuerzos; algo sé de enfermería y, capto a simple vista quien en mi casa tiene fiebre; conozco las reglas básicas de matemáticas y gramática y puedo supervisar los deberes de mis hijos… Pero, de todos los “oficios” de los que un ama de casa debe saber, el que me parece más complejo y delicado es el de “ser madre”.
Pienso en mi experiencia como hija y… eran otros tiempos. Me sirve de muy poco, la verdad… Los roles estaban perfectamente definidos, en exceso diría yo…  no te atrevías ni a rechistar.  Se hacía simple y llanamente lo que marcaban los padres y estos, a su vez, lo que marcaba una sociedad rígida y jerárquica. Los hijos éramos propiedad de… “Todo” era bueno como método pedagógico y allí nadie se metía.
Me alegra que socialmente hayamos superado aquello.
En mis tareas como ama de casa, nadie viene a juzgar por qué hago esto o aquello, por qué un día se me ha pasado el arroz o roto la lavadora, o por qué he decidido ese color para las cortinas y no otro… y  las consecuencias, obviamente, no van más allá del mero comentario si se da el caso. Sin embargo, si te equivocas en tu “ser madre/padre”… ¡Prepárate! Aquí tiene derecho a opinar todo el mundo y las consecuencias, en algunos casos, pueden llegar a ser desastrosas. Hemos girado y hemos pasado de ser “propiedad de nuestros padres” a ser “esclavos de nuestros hijos”.
Me considero una buena madre y he aprendido a serlo… “siendo”, como la mayoría de padres. A mis hijos los he deseado, los quiero con toda mi alma y sería capaz de hacer cualquier cosa por ellos y…  lo confieso, en algún momento ha salido la vieja educación recibida y… los he pegado. No por eso me mortifico, un azote, una bofetada…, aunque sean pequeñas agresiones, no están fuera de lugar. No debe ser lo habitual pero a veces… siento decirlo, son muy eficaces. Del mismo modo que, un león da un zarpazo a una cría para ponerla en su sitio, o una cierva da una coz para advertir que no es hora de comer… Algunas veces grandes dificultades requieren respuestas rápidas, drásticas y duras. En estas circunstancias, los padres sufrimos tanto como los hijos. Ningún padre en su sano juicio disfrutaría con ello y, de seguro que habrá agotado todas las otras vías.
Permitidme que os cuente: Nosotros vivíamos en un sexto piso. Mi hijo mayor tendría entonces dos años y medio. La casa siempre fue un espacio abierto para él y corría y jugaba a placer en cualquier rincón. Yo trajinaba en mis quehaceres, serena y tranquila. Hasta que, al pasar por la cocina, descubrí a David con el abdomen apoyado en el alfeizar de la ventana y la cabeza fuera colgando. Estaba feliz viendo pasar los coches de la calle. Había arrastrado una silla… Bueno,… fueron segundos en los que creí morir. El corazón casi se salió de su sitio y la mente viajó a la velocidad del rayo diciéndome: “no le asustes, acércate con cuidado para que una reacción brusca no le haga caer…“ Cuando le cogí en brazos y ya a salvo, las piernas se me aflojaron y tuve que sentarme… Aquel día salvamos la situación. Le expliqué, como mejor creí, que no tenía que hacer aquello porque era muy peligroso… Pasados unos días… volvió a repetirse la situación. Con todo el dolor de mi corazón… le di una buena azotina.
La segunda vez lloramos los dos… nos dolió pero, no volvió a asomarse por las ventanas. Yo digo que, gracias a eso, mi hijo sigue vivo.

Hoy, en el día a día de la educación de los hijos, siempre me queda la duda de saber si he acertado o no, si he llegado o por el contrario me he quedada corta o me he pasado…no hay, o al menos yo no encuentro, quién te diga por dónde tirar… Pensé, al nacer mi segundo hijo, que aquello iba a ser pan comido… nada que ver. Hijo distinto… método diferente.  Ser madre y ejercer y educar desde el hogar las veinticuatro horas del día… es difícil y complejo. Ninguna escuela de padres prepara para esto.

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